sábado, 7 de julio de 2007

Generalizacion naturalista

En mi reflexión anterior sobre las características de los buenos profesores me pregunté: ¿Por qué no integramos esos criterios en la formación inicial de profesores?. Creo que las acciones de los profesores entrevistados pueden ser referentes concretos para socializar su compromiso práctico y contribuir a cambiar la visión pasiva e inalterable hacia la escuela, por una visión social, crítica, creativa y constructiva, que es lo que realmente necesitan las prácticas docentes. Creo también que los buenos profesores pueden y deben ser referentes para los estudiantes de pedagogía y para otros profesores, gracias a la “generalización naturalista” (Stake,1999) que posibilita que otros se sientan identificados con su trabajo y aprendan que es posible superar las limitaciones. Eso, en el entendido de que no se trata de modelos a copiar, sino de encontrar en ellos criterios, pautas, y referentes, de donde nutrirse creativamente. Sus historias de vida no son especiales ni extraordinarias, sin embargo, es precisamente allí, donde radica la relevancia de su aporte y de la investigación, puesto que investigar lo cotidiano, nos permite señalar que lo “extraordinario” de la buena docencia radica en lo obvio y en lo más cercano.
Gracias a sus trayectorias vitales es posible que otros profesores revisen sus propias prácticas, mejoren el clima de sus aulas y descubran el real valor de la docencia. Es preciso destacar que no hay un estilo de docencia que pueda considerarse el mejor, pero sí hay criterios comunes que hacen las veces de un eje conductor marcados con el sello indeleble del compromiso, que lo captan los estudiantes y lo consideran vital para el desarrollo de la experiencia educativa escolar. Por ejemplo, la cercanía entre profesores y estudiantes es un componente emocional fundamental en toda relación educativa que provoca, entre otros, que los estudiantes se preocupen y ocupen de su propia educación. Creo que la investigación a los buenos profesores nos presenta el gran desafío, sobre todo desde nuestro rol de formadores de profesores, de mantener la postura crítica sobre los sistemas escolares deficientes, especialmente porque hemos podido constatar que es posible el cambio en las prácticas anquilosadas de la escuela. Hay una paradoja interesante que se desprende de las Historias de Vida de esos profesores: no haciéndolo bien, les resulta bien; en cambio, muchos que lo hacen bien, ajustándose a todo lo prescrito, no les resulta bien. Para ilustrar lo anteriormente dicho, adjunto un registro de la historia de vida de Jose:
“ahora reflexiono que desde el punto de vista didáctico lo hice muy mal. En cambio, alguna alumna que me encontró hace poco que estuvo en esas clases, me dijo que les gustó mucho, que estaba muy bien, pero en fin, no sé. Yo intenté llevar algunos materiales, algunos documentos, comentar algo con los estudiantes pero básicamente lo hice yo todo. Entonces, científicamente bien, yo venía de la universidad, en fin, las últimas publicaciones sobre el tema que elegí y tal, pero didácticamente… incluso no fui consciente en ese momento de lo mal que lo hacía, lo tengo claro” (Jo-63-2Da).
Las relaciones que esos profesores crean y consolidan pueden influir en el quehacer docente de tantos otros, ya que no se trata solo de una enseñanza transmitida con palabras, sino de compartir el significado de las vidas para dejarse tocar emocionalmente por las propias reflexiones sobre los procesos educativos. Es evidente que esto es, aparentemente, insuficiente para cambiar la realidad, pero no cabe duda que daremos un paso significativo en el marco del mejoramiento de la “buena enseñanza”.

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